Sordo

Nunca me ha molestado que los escritores a los que admiro lleven más de doscientos años bajo tierra. Sin embargo me ofende que los músicos no me hayan esperado.

Pronto hablaré de mis debilidades musicales y de la experiencia de quedarse sin oído izquierdo. De hecho creo que pronto encontraré el ánimo para contarlo como si hubiera alguien preocupado por mi creciente sordera e interesado en mis debilidades armónicas.

Hasta hace tres o cuatro días estaba dispuesto a asegurar que todo aquel que no se suicidaba tres o cuatro días antes de cumplir los cuarenta seguía vivo sólo por miedo a la vida.

Hoy, tres o cuatro días antes de cumplir los cuarenta, con las manos atadas a la espalda y con una erección como la del héroe del puente del Búho antes de caer al agua, todo me parece un chiste, y empiezo a sospechar que si dentro de tres o cuatro días no salto por la ventana, empezaré a verle la gracia a esa idea de dejarse arrastrar por la corriente

Mientras tanto uno se esfuerza. No mucho pero se esfuerza. Nunca lo bastante como para que parezca una pérdida de tiempo o puedan reírse los demás, pero va uno y se esfuerza, y tres o cuatro días antes de los cuarenta , se esfuerce lo que se esfuerce, se despierta una mañana, se pone en pie, y empieza a alegrarse de poder ponerse en pie, de no estar cojo y de poder mear como si estrenase vejiga.

Con la polla en la mano, tres gotitas de sangre en el calzoncillo, y 45 minutos antes de que tenga que entrar en la oficina tiene una apertura comprensiva: No hay que ser un genio para saber que no hay cuerpo capaz de aguantarme otros cuarenta años.

Tal vez no se sepa, o sea una de esas cosas que no se dicen pero, tres o cuatro días antes de los cuarenta uno se levanta a mear y empieza a perder la confianza en el cuerpo, y aparece el miedo a caerse en cualquier momento. Allí mismo. Con la polla fuera y la cara de imbécil con las que nos pillan los imprevistos hospitalarios.

El miedo a caerse en cualquier momento, más que el miedo a caerse en cualquier momento, es el miedo a caerse en cualquier momento delante de los otros.

Así las cosas, esperamos que si esto le ocurriera a cualquiera de nosotros, hágannos un favor y no intenten disuadirnos si nos ven descalzarnos y subir por las escaleras, y por favor discúlpennos si les negamos la cortesía debida y les tratamos como si cortarles el cuello nos diera una enorme pereza.

Sobretodo discúlpenos si es usted joven, preciosa y violentable. Si pudiéramos ser su padre, y lleva usted uno de esos escotes cuadrados y su piel es blanca como esas pieles blancas que parece que nadie haya tocado antes. Discúlpennos si nos tiemblan las piernas, y nos aprietan los zapatos, y discúlpenos sobretodo si nos quedamos sin conversación y se nos acumulan los whiskeys en la barra.

La culpa es nuestra pero entiéndanlo… Tres o cuatro días antes de cumplir los cuarenta, si es usted joven, preciosa y violentable. Si su escote es cuadrado, y su piel blanca como esas pieles blancas que parece que nadie haya tocado antes, y si una vez más el azul es más azul y el verde más verde, no se ofenda si no nos ponemos en pie y le cogemos la mano. La culpa es nuestra.

Ocurre que hay muchas maneras de ser tonto y tres o cuatro días antes de los cuarenta le da a uno estrenarlas todas.

Discúlpennos.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya era hora. Oído izquierdo sordo. Y el derecho tampoco demasiado católico. ¿Erección? Ya no recuerdo.
M

Anónimo dijo...

Las mías son erecciones sordas. No se si es la misma patología.

G.

KIng Caspa dijo...

Crisis de la mediana edad de un borracho mediocre.

Fascinante.

Jordi M.Novas dijo...

la muerte es muy suya

Anónimo dijo...

Pues yo tengo 52 años y sigo siendo joven, preciosa y violentable.

Anónimo dijo...

Quién pillara hoy 52 años, tiernos y radiantes. Cuando pasas de 70 todo se ve diferente y, sobre todo, no pillas una erección ni por mediación celeste (apreciese el sutil doble sentido)

Anónimo dijo...

Se le ve pelín aprensivo, Mr. Topo.
No se preocupe, yo he pasado por todo eso y por mucho más. Una vez, hasta se me desprendió el sobaco (esto lo cuento en mi próxima novela).
Un abrazo y si necesita consulta, no dude en consultar.

D. Torres